24/02/2022
La fisioterapia neurológica es la disciplina que se encarga de la rehabilitación de pacientes pediátricos y adultos, con afectación del sistema nervioso, tanto a nivel central como periférico.
El daño cerebral sobrevenido es un concepto heterogéneo y difícil de definir por la variabilidad de etiologías que lo pueden provocar. En lo que sí hay consenso, es que, en todas sus variantes, produce una gran pérdida de autonomía y disminución de la calidad de vida del paciente.
Además de las competencias teóricas, es importante que el profesional que se dedique a la Neurorehabilitación posea competencias en ética profesional y asistencial. Es necesario recordar que un paciente que está pasando por un proceso de rehabilitación neurológica necesita de un trato empático y respetuoso hacia su persona y su entorno, y a la vez, sientan la seguridad de que el profesional que le atiende va a respetar su confidencialidad. Todo ello se traduce en una práctica ética, que protege la dignidad del paciente.
Tanto en la evaluación del paciente, como en el abordaje terapéutico, el fisioterapeuta puede utilizar diferentes métodos, técnicas, y enfoques que busquen influir en el proceso de neuroplasticidad.
La neuroplasticidad se define como la capacidad que tiene el sistema nervioso de reorganizarse. En los últimos años, no sólo se ha comprobado que la neuroplasticidad es posible, sino que también está presente en todo lo que hacemos. Es decir, cuando adquirimos nuevos conocimientos o habilidades; ante diferentes cambios en nuestro entorno; y, efectivamente, acompaña durante el proceso de Neurorehabilitación en daño cerebral adquirido.
El proceso fisiopatológico del daño cerebral sobrevenido se explica por el fenómeno de la cascada isquémica, en el que se producen cambios neurofisiológicos en el tejido nervioso, debido a un fallo en el aporte sanguíneo a nivel neuronal. Lo que se traduce en un fallo metabólico que produce la desmielinización de las neuronas por estrés oxidativo y descomposición mitocondrial, que da resultado a una necrosis neuronal y a un proceso de neuroinflamación.
En esta zona, se establece un "foco isquémico", y en sus alrededores, se establece un "área de penumbra", que mantiene una pequeña perfusión sanguínea y es capaz de mantener vivas las neuronas, pero sin su actividad óptima para su funcionalidad. Estas áreas de penumbra perilesionales son susceptibles de recuperación ya que gracias a la reorganización del sistema nervioso por la neuroplasticidad, se puede acceder a estos sistemas remanentes y recuperar funciones disminuidas o abolidas, mediante el aprendizaje motor.
En un proceso de Neurorehabilitación, el procesamiento sensorial central juega un papel muy importante en el aprendizaje motor: la información de diferentes modalidades sensoriales que recibimos y recogemos a través de diferentes tipos de receptores es conducida a través de diferentes tractos neuronales ascendentes hacia las áreas de integración a nivel cortical, subcortical, y medular. Esta información es procesada, mediante la retroalimentación de procesos cognitivos y sensoriomotores. Con esta retroalimentación, se selecciona un programa motor que da lugar a una respuesta, influida por el individuo, su percepción y el entorno.
La utilización de los mecanismos de aprendizaje motor y de procesamiento multisensorial puede ser de gran utilidad para la rehabilitación de las habilidades motoras en Neurorehabilitación.
La intervención del fisioterapeuta en Neurorehabilitación se lleva a cabo en todas las etapas del proceso: desde la más temprana o aguda, en la que el paciente ha sufrido el evento recientemente y está hospitalizado; pasando por las subaguda y crónica, cuando el paciente ha alcanzado estabilidad clínica suficiente para realizar la rehabilitación de manera ambulatoria.
Uno de los objetivos principales de la Neurorehabilitación es preparar al paciente para la vuelta a casa y a su entorno, y lograr la máxima funcionalidad para enfrentarse a su nueva situación. Muchos pacientes refieren incertidumbre y temor al alta clínica tras finalizar su hospitalización, debido a la inseguridad y el miedo que les provoca el pensar en las barreras arquitectónicas que puedan encontrarse en el exterior.
De ahí la importancia de trabajar siempre en entornos similares al entorno natural del paciente.
Por otra parte, es importante involucrar al entorno del paciente e instruirle para que pueda lograr un buen manejo del paciente. Sólo a través de esto, será posible desarrollar el máximo potencial de recuperación del paciente y mejorar su participación en la comunidad y, por consiguiente, mejorar su calidad de vida y la de su entorno.
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